06 junio, 2011

De monstruos de armario y cuentos de hadas.



Érase una vez, no sé exactamente cuando ni cómo, mucho menos en dónde, tal vez haya sido en un lugar muy muy lejano.
Eramos infantes, en cierto modo, aún lo somos. Entonces estás un día sonriéndole a la bella vida porque ella te sonríe de igual manera. ¿Qué puede estar mal? Tienes todo lo que un niño podría querer o mínimo, necesitar. Nuestras preocupaciones no son ni siquiera lo que se dice grandes, quizás sea porque las posponemos hasta ahora. Es aquí, en nuestro presente donde aquellos posibles monstruos de armario cambian de forma. Han sufrido una transformación. Y no, no es imposible.
Nunca hay tiempo. Demasiado ocupado para pensar, ocupado para amar, querer, soñar, gozar, dormir, vivir, creer, leer... Si bien madurar implica responsabilidad, esfuerzo, guerras, vicios, dinero y esa preocupación inmensa, por lo que aún no llega a ocurrir. Aprendí que todos mienten, los cuentos de hadas no existen y en la vida real no hay un "felices por siempre", el sufrimiento, la enfermedad que en nuestra niñez de un resfriado no iba a más, el dolor y la muerte.... Un mundo en el que se busca matar en lugar de amar. ¿Para qué? Se enorgullecen de riquezas teniendo pobre el alma.
No soy de las que creen en un Dios. Puede que sea más ingenua que ello, creo en la humanidad, es por eso. Creo en mí. En ese gran principio, tolerancia.
Odio que todos se quejen para que al final sean igual, quejarse no hace la diferencia, la hace el actuar.
¿Vives o sobrevives? Existes. No soy quién. Soy tan ordinaria para éste mundo extraordinario. Pero no pierdan el tiempo buscando la ilimitada felicidad. Vamos de paso, con lo necesario.
El viento fresco, las sonrisas verdaderas, tomar el té o un café, caminar en casa completamente descalza, aquél chiste malo que aún así provoca risa, una canción favorita, la música sentimentalista, el libro que recién acabas de terminar, esa persona que miraste al pasar, la carta que nunca te ha de llegar, aprobar una materia, ir de la mano con alguien más. Eso para mi, es felicidad. Por un momento, pero ilimitada y más real.
Olvidamos los placeres mínimos. De que el cielo es azul; de que la felicidad no necesita un motivo; de recuerdos con olor a helado; la espera de los regalos; aquella inocencia meciéndose en columpios; las caras más sucias que pudiesen imaginar pero muchísimo más alegres, lo sucio quedaba de más; pintar la pared de la sala con crayolitas, para después recibir la regañiza de su vida; las nubes en forma de cien mil cosas y es que ahora, las nubes sólo tienen forma de nube. Más triste no habrá.
Quedan en el baúl de los recuerdos, porque el baúl de urgencias ocupa su lugar. Pero no siempre lo urgente es lo importante se debe recordar.
Renunciaría a ello. A todas mis vivencias. Daría un año de mi felicidad, por un día... Que el mundo comprendiera, que el amor vale la pena. Toda la pena del mundo.
Refresca tu memoria. ¡Ahora ve y salta en la cama, haz lo que se te dé la gana y ríe con ganas!


"Pero nosotros, que comprendemos la vida, nos burlamos de los números." El Principito.

3 comentarios:

  1. "haz lo que se te dé la gana" puede ser un consejo peligroso, algunos Pueden salir violados O.ó haha ok no...

    Me gustó... Me hizo recordar las regañizas de mi vida, cuando era una super empresaria, cuando no podía dormir la noche en que los reyes magos llegaban y no daban ni las 6 de la mañana y ya estaba husmeando en toda la casa buscando regalos... Es más, hasta recordé las mil y un luchas que tuve con el coco :') que tiempos aquellos...

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  2. Pintar la pared de la sala con crayolitas, para después recibir la regañiza de su vida.... crayolitas :3, aww... joni sta demás decir que me encantó :D, esta demás decir que me inspiras :D

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  3. Irónicamente una triste sonrisa surgió de mi rostro, de la rembembranza de aquellos momentos de felicidad, que existieron, los que existen y los que quedan por existir.
    Pero hay algo en que estoy en desacuerdo, yo si creo en los cuentos de hadas, yo creo que cada uno de nosotros es un cuento de hadas el final ya depende de cada quien.

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Déjame palabras que sea la sonrisa de cada día.