21 junio, 2012

Gloria


Trato todavía de buscarte en todas partes,
y sólo estoy yo, con mi latente dolor
ese dulce vacío que dejaste,
esas lágrimas secas que son sonrisas.
Ya no te lloro, hace tanto que no me desbordo
he seguido el caudal de la soledad
que demuestra que uno no está solo.
Tu muerte fue apenas una forma
de tu nombre eternizar,
y ahí te has de haber ido. A la Gloria.
La Gloria como tú, como tu nombre,
como tu afabilidad
y tus ganas de morir para no verte sufrir más
como esa fortaleza que te hacía quebrar a llorar.
Me ufana tanto esa flor que eras,
luchando ingenuamente, tontamente contra el huracán
que te llevó, te desgarró y la vida te marchitó.
¡Esto no es poesía!
Es como celebro tu muerte y lloro tu vida.
Yo no me equivocaba cuando te escribía
“eres la mejor madre del mundo”
y el mundo envidioso te colapsó.
Lloré hasta quedarme dormida
y nada… Se te vaciaba el cuerpo,
te llevaste todo, me llevaste,
pero me regresaste íntegra, sin ti.
Me hubieras llevado también a mí.
Veo tu mansa fotografía
y como un fotón de luz entras a mi pupila
colándote al corazón.
Ya no estás, es cierto
a nadie le importa tu perpetua ausencia,
a ti no te importa que te lluevan flores
porque tú floreces hacia el centro de la Tierra.
¿Cómo osas morirte,
cuando fuiste la Gloria misma?
¿En todo caso adónde fuiste?
Quiero creer (y lo creo) que estabas
tan cansada de sobrellevar esa enfermedad
que preferiste dormir, dormir nada más …
Uno se muere tanto por vivir
que termina así, muriendo.
(A mi madre).Rocío Ángeles


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